
Ustedes se preguntarán porqué Seymour. Y si no se lo preguntan, está bien, ganaron, tengo ganas de contárselo. Cuando era muy pero muy chiquita, me preguntaba porqué las cosas se llaman como se llaman... ( lo pongo en tiempo presente porque es algo que todavía me intriga), porqué el zapallo se llamaba zapallo y la zanahoria zanahoria... porqué no era al revés... y me miraba la palma de la mano, imaginando las palabras escritas sobra mi piel, en una mano zapallo, en la otra zanahoria... entonces palmeaba, refregaba una mano sobre la otra, para ver si las palabras habían cambiado de lugar, si se habían transformado... a veces lo hacían, se impregnaban unas con las otras...También me quedaba por ratos largos mirando el polvo bailar a través de un rayo de luz cualquiera, en general sentada en el piso, era la mejor posición para intentar ver qué dibujos formaban en el suelo las partículas que caían a tierra... para mí el polvo dorado girando y girando, apenas agitado por alguna minúscula corriente de aire, era un planetario en miniatura...Los ojos de las tortugas, el color de las rosas híbridas que había en la franja de jardín de casa, el perfume de las calas, saturno en el cielo, lo que reflejaba el espejito de mi abuela Rebeca, que ahora por suerte tengo en casa, a salvo del olvido... la Luna, una sola luna... Después vino la hamaca, y el cuento de Ulises que a alguno de ustedes ya les conté...y el insomnio, que solo se curaba leyendo con la linterna debajo de las sábanas. El motivo del insomnio lo descubrí recién hace unos pocos días, y sigo sin poder dormir... Lo que no les conté es que cuando no duermo bien, me pasan cosas, me pasa de quedarme suspendida en el tiempo y espacio, en un lugar en donde se filtra la belleza como un aire quieto y silencioso... es un segundo de gran serenidad, de felicidad si se quiere...desde siempre, esos instantes, mirando el ojo de la tortuga, la luna y todo lo que les conté... Ahora viene Ariana, y con ella la poesía tan deseada, la música y las charlas interminables, la hermandad, el cariño, la belleza del mundo en las manos de una persona mágica, ética, a la que le pude contar todos los cuentos que se me vinieran en gana, y siempre los escuchaba creyendo, como yo creía en sus cuentos...De su mano me llegaron "El cazador oculto" , Tuñón, la recopilación de cuentos extraordinarios de Borges, y la investigación ardua (ardua para dos chicas de doce años que se lo pasaban recorriendo librerías de viejo, única fuente de información de cosas "trasnochadas" en esa época... y en esta también...) del pensamiento oriental, nos asomábamos juntas a esa ventana con asombro, emoción, respeto.Y de la mano de Holden Caulfield, años más tarde, vino Seymour Glass, como si fueran dos amigos de Ari, amigos que ella te presentaba diciéndote: - "con él te vas a llevar bien". Esto que les cuento de Ariana fueron cuatro años de nuestras vidas, primero, segundo y tercer año del liceo... después se pasó al Fader, y después pasó lo que pasó... Lo que les puedo decir es que Ariana, Holden y Seymour, fueron las primeras personas que supieron de qué les estaba hablando cuando les contaba del efecto del insomnio. Con el tiempo, el efecto se fue corriendo de lugar, pero sigue apareciendo. Ayer, sin ir más lejos; aunque ahora me dio un poco de preocupación porque vi con el rabillo del ojo, en ese instante, unos árboles que no se si estaban realmente...Por ese regalo de belleza, por ese aire que me ayuda a respirar, por los libros de la noche, por las manos amigas que fueron, son y serán todos ustedes...Por Ariana, mi conciencia, mi faro, mi vigía...Por eso, Seymour.Y por si las moscas, esto no tiene nada de literatura, léanlo como una carta de amor. (me falta Leti, díganle que me acepte, que es para ella también...)
27/1/2009
Gracias Bibiana Póveda por hacerme volver con tu escritura a estas épocas...
Foto: Pehuén- Có 2009 €:>