viernes, 29 de mayo de 2009

Multitrack 1


trk01. Ella vigilaba el peso de las serpientes, se enroscaba, se colgaba de los nudos, de los aros y anillos. Atascaba, palabra más horrible en qué contexto. Pensaba en los miles de te amo te quiero los dibujos en blanco y negro en qué manos, en qué mundos ahora mudos.
trk02. Imposible reconstruir ese universo perdido; no en vano es recopilar un sueño, un despertar aunque duro, digno.
Quién los habrá leído tirado a la basura busco por un camino lleno de anzuelos me lastiman los pies. Una angustia un pincel me miran con desprecio duro, duro despertar, pianos, todo entumecido.
trk03. Después vino el largo el todo terciopelo el de yacer entre las hojas blancas leíste uno leíste todos de todos los ardides que páginas malrobo pero ¡qué desgracia! no malvendo sino encanto.
trk04. Quizá me equivoque y ésa sea mi virtud, y por ése error reencarne en madrépora o en plástico y muñequita bienvenida hermana vuelve con nosotras. Bien hecho.

pieni kieli

väsymys
sumu ja salaissuus
(cansancio/ bruma y misterio)

aurinko paista, eiristin sielua 
(brilla el sol/ ni un alma)

yksinäinen viikkonloppua
(sisämeri) 
(fin de semana solitario (mar interior))
 
täysikuu
merenneito
sini 
(luna llena/ sirena/ el azul)

Jäätä putoaa
ja minä nukun 
villi
(El hielo cae
y yo duermo
silvestre)

[pieni kieli (pequeño lenguaje) es una manera que encontré para nombrar estos pequeños laberintos de palabras que me genera la música de la lengua finesa (suomi). Todas van a estar ilustradas con imágenes de lo que en Finlandia (Suomi) se llama sininen hetki (la hora o el instante azul), un momento cercano al amanecer o al atardecer, donde todo el paisaje se tiñe de azul, frecuentemente en invierno, donde la nieve ayuda a reflejar el azul del cielo. Por extensión, un momento de paz y tranquilidad.]

miércoles, 27 de mayo de 2009

Blues



Es una costumbre vieja
nunca decirme porqué
la calle me mira
pesando mis dudas que duermen en la lluvia
como mis culpas viajando
después de un rato de girar
como bolsas de plástico arremolinadas por el viento.
No hay miguitas que devuelvan el camino a casa aunque
ya estoy muy lejos de aquellas actitudes
que me dejaban llorando casi desnuda paralizada al lado de la cama tiritando en esa enorme pieza con esa enorme ventana en esa casa tan chica metida en la montaña.
Quiera la calle perdonarme.
Es la única a quien pienso rendirle cuentas.
Y si creyera en el juicio final y me tocara ser trinchada por todos los diablos para llevarme hacia las más furiosas llamas
Quiera la lluvia de la medianoche apagarlas de repente cayendo y cayendo hasta hacer un río por donde me vaya tumbada en una barca de cartones viejos de cara a mis culpas mecida por el viento mirando las estrellas y las luces de mercurio.
Si al menos volara una luciérnaga...

lunes, 25 de mayo de 2009

Río



Sabrás perdonar esta insistencia.
Necesito creer que mi alma no se ha clavado otra vez en un sitio sin dientes al que debe dar de comer en la boca. Único aliento, el apego mutuo al desencanto.
Variando los leones, los jugos de las orquídeas, los ruidos desbocados ocultos por el techo de la selva, los presupuestos envasados en blancas jarras de porcelana; aceite, nunca agua. La catedral de los monos fingiendo pleitesía a las miles de canoas que bajan llenas envueltas en nubes de mariposas.
Ya no hay historia, y estas cuatro paredes celebran su gotera que las salva del olvido y por lo tanto de cualquier intención cinematográfica.
Cabeza de yacaré coronada como un Cristo divertido que intenta mirar el miedo desde donde nada se ve, salvo suspropios ojos.
Solo me queda correr como una jangada reblandecida, tan lejos de cualquiera de las orillas, arrastrando camalotes, víboras y grandes ratas semiahogadas, muebles centenarios enfermos de carcoma; huir de la tormenta hueca, de los granos de lluvia que caen uno a uno, golpeando el zinc y la tierra colorada.

Río, reinarás, bien lo mereces.
Que los espejos guarden la fuerza de tu voz, y la veneren como reliquias de santo.
(Traducida de un lenguaje de la niñez, cuando aprendía los secretos de la selva de la mano de Horacio Quiroga)