
Apareció de repente en la vida de todos para no irse nunca.
Esa mañana la bendición de los dedos pasó de ser una alegría natal a considerarse pandemia y enemigo.
No fue fácil redactar los edictos condenatorios con todos esos dedos brotando por ahí, en las bocas, en los brazos, en los ojos y en las piernas.
Arte: Octavio Alberto Joaquín Tapia
5 comentarios:
Debió ser un espectáculo desolador, hay algo insoportable en los dedos que nunca he llegado a comprender.
sí, tanto como en la(s) fe(s)
Demasiados edictos condenatorios pero, unos dedos pueden tocar instrumentos, pintar cuadros, cincelar esculturas...
Sólo tendríamos que amputar los dedos que señalan y condenan.
La fe es un don que nadie me ha dado y que no no he conseguido desarrollar.
· un beso
· CR · & · LMA ·
quizá porque tampoco tengo fe religiosa, digamos, me la imagino así, algo que salta por donde menos lo esperas, como el rostro en la imagen, como los dedos sobrantes e invasores. Quizá la explosión de lo irracional, no siempre aceptada de entrada, o algo así...
Muchas gracias Anna! me gusta mucho tu blog también!
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